Jardín de agua

El sonido del agua fluyendo entre las piedras resulta sumamente relajante. El estanque es la pieza principal de este jardín que nos hace de espejo de los árboles que le rodea. Y es que entre todos los elementos del jardín, el agua posee una espléndida capacidad para armonizar con todo lo que hay a su alrededor.

El movimiento, los reflejos, las plantas acuáticas y, por supuesto, los peces y animales que atrae revisten de vida el estanque y lo convierten en el protagonista del jardín.

ANTES Y DESPUÉS

Construimos un estanque y a la vez una piscina natural con una zona de playa para los más pequeños. Cuenta con una buena profundidad, por lo que incluso, nos permite el salto. Hemos manipulado el espacio con sutileza y sensibilidad, imitando la forma con la que trabaja la propia naturaleza. Y es que, mediante el uso de bloques de piedra de granito hemos conseguido un acabado afín al entorno, deseando este aspecto natural y silvestre. Cuenta con una cascada que aporta sonido y movimiento. En cambio, cuando desconectamos la bomba, la quietud del agua proporciona, como contraste, sensación de calma.

Tenemos la ventaja de que el estanque nos refresca el ambiente bajando varios grados la temperatura en los días más calurosos, creando, así, un microclima. Y qué decir de lo agradable que resulta bañarse y salir sin oler a cloro y con la piel nutrida. No pueden faltar los peces, los cuales intentan jugar con sus invitados, y mantienen los niveles apropiados para que el agua permanezca cristalina y no desprenda mal olor. Los hay de todos los colores.

Podemos vivir de una forma más natural. ¿Te apuntas al cambio?

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